Resolví partir de mi última experiencia laboral para reflexionar sobre las transformaciones que las TIC han impuesto en la vida cotidiana de los seres humanos, debido a que es el escenario educativo que mejor conozco de forma cercana y sensible, además que fue una experiencia profesional para impulsar las TIC en educación básica.
La institución educativa, objeto de mis reflexiones, fue la Dirección General de Materiales Educativos, unidad administrativa perteneciente a la Secretaría de Educación Pública de la República Mexicana, organización gubernamental dedicada a normar la educación pública de mi país, desde la educación inicial hasta la educación superior, en el periodo sexenal del ahora ex-presidente Felipe Calderón Hinojosa, que abarcó desde 2006 hasta 2012. La experiencia laboral en sí, me permitió participar en el impulso operativo de las políticas públicas en materia del uso de las tecnologías de la información en la educación primaria y secundaria, colaborando en dos áreas ahora desaparecidas en el actual gobierno del Lic. Enrique Peña Nieto: el Programa Nacional de Enciclomedia y el Programa de Habilidades Digitales para Todos, el primero enfocado a los grados de 5° y 6° de educación primaria y el segundo, a los tres grados de educación secundaria.
Operar una política educativa pública es un ejercicio de conjuntar los esfuerzos de diferentes actores y niveles de mando para dar cabida a reglamentos, lineamientos y criterios que desarrollen procesos y productos en un ámbito específico, que para el caso, es el uso educativo de las TIC en educación básica. En este marco de acciones, el día a día del impulso de las TIC fue una experiencia de constante cuestionamiento y recreación hacia los motivos de dicha política, que además de ofrecer equipamiento 1 a 1, materiales educativos digitales, también pensaba en capacitar a los docentes. Y justo una de las críticas que nos planteábamos era cómo impulsar la formación de habilidades digitales en los docentes si, dentro de los gestores educativos o los políticos, tales habilidades era dispares en los diferentes integrantes del equipo. Un reto que no fructiferó hacia el escenario pensado, a pesar de que varios de nosotros buscamos formarnos en un estándar de competencia laboral.
Recuerdo que en mis tiempos de estudiante universitaria, un profesor señalaba que México y otros países latinoamericanos siempre tenían la vista puesta en los éxitos y experiencias de los países desarrollados, igual que un hermano mira a otro hermano, en búsqueda de copiar su conducta, gestos y hábitos. Así parecemos, los hermanos que deseamos lo que no tenemos y que poco valor damos a lo que sí poseemos.
Esa alegoría de los hermanos que se miran y buscan igualarse, me ha acompañado varios años: jamás la he olvidado porque la adopción de las políticas internacionales a las nacionales, obedece en gran parte a esta lógica de ir en búsqueda del horizonte que el otro país se ha dibujado con su historia, un horizonte que al ser medianamente alcanzado, ha de reconfigurarse cuando se observe de nuevo al hermano adelantado y se identifique que tiene otra panorámica de su futuro.
Para terminar, quiero señalar que todo ejercicio de comparación, a toda escala (individual y social), tiene el efecto de una navaja de doble filo: ese reflejo puede ser tan ansiado que olvidemos quiénes somos y nos rechacemos, tal como somos, pero al mismo tiempo es una oportunidad de contrastarnos y mirarnos con otros ojos. El reto siempre estará en equilibrar la autoevaluación con la heteroevaluación.
Saludos y lindo sábado, 25 de mayo de 2013, tengan todos.
Ma. Paola GG