La voz de uno de los mejores bailarines gringos de finales del siglo XX (el gran Michael Jackson) suena como trasfondo musical y pienso que tengo un buen soundtrack para musicalizar este día común.
Escucho las voces de este espacio godín mezclándose con la tibieza de la oficina ocupada por 17 personas y sus pc's orendidas. Un pequeño hornito. Todo tranquilo pese a que estamos en temporada alta de chinga burocrática. Mi mente procastina y descanso mis ojos que emigran del blanco total de este blog al café pardo de mi bandeja de entrada, brinco a la web de la ropa Julio y luego a la lista de canciones para buscar otra roma porque ya solo escucho las sopranescas voces de mi trabajo; entra el jefe de jefes haciendo una broma sobre el hacinamiento y recuerdo que debo continuar con mi faena: los reportes estadísticos de la matrícula 2015 de la escuela. Retomo poner música -qué certero fue el filósofo alemán de difícil pronunciación, cuando afirmó que la vida sin este arte no tiene sentido- y las voces de contratenor de Air Supply me hacen sentir acompañada en mi constreñida soledad.
Me es imposible olvidar las palabras de papá sobre la música: para él, el único arte consustancial al ser humano era este arte y daba por hecho que cierta polémica estaba zanjada sobre qué instrumento musical fue el primero creado por el homo. Sin dudas decía que la voz humana, por encima de los instrumentos de percusión, pese a que nuestra especie ha dejado múltiples evidencias de dicho instrumento. Su argumento, de tan simple y claro, jamás se me ocurrió cuestionarlo: esta capacidad de imitar los sonidos de la naturaleza habría llevado a la especie humana a desarrollar voz, canto y lenguaje. En aquél entonces me sorprendía mi padre y aún después de muerto, me siguen asombrando sus ideas.
En mis ensoñaciones del inframundo, siento que mi padre ha develado el origen de todas sus dudas y con toda la certeza que me da la fe, seguramente estará en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario