Alguien arrojó piedritas sobre mi ventana y al acudir para cerciorarme quién lo hacía, descubrí a quien huyó olvidándome.
Sin el menor interés corrió en sentido contrario a mi ventana, se alejó y me quedé inquieta y meditabunda. ¿Por qué no se quedó?...me pregunto aún.
Pero, a veces, hay quienes arrojan piedritas y se esperan para saludarte, presentarse y estar al pendiente. Ayer fui víctima de un alguien que se pregunta sin respuesta, el porqué de mi soledad. Yo también me lo cuestiono, sin hallar respuesta satisfactoria.
Ahí no quedó el asunto. Además de preguntarse mis razones, me señala como la compañía de su soledad. Ahí ya no me gustó que me adjudicara una función, por muy noble que sea.
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