domingo, 23 de diciembre de 2012

"Rosas"




Luis Felipe Fabre
Rosas marchitas en un florero de cristal:
Agua verde en un florero de cristal: una pecera
donde incuban monstruos diminutos.
Un florero de cristal: el perfumero de las solteronas.
Rosas marchitas: la juventud perdida, la belleza
perdida, el amor que no llegó
y la vida que se fue: ay, las tías abuelas.
El perfume de las tías abuelas: una rancia dulzura
con la que marean a sus visitas hasta dejarlas indefensas.
Sus visitas: esporádicos sobrinos
movidos por la culpa, la caridad o la ambición.
Los sobrinos.
Y los hijos de los sobrinos: niños con cara de obligados:
víctimas berrinchudas que despiertan en las tías
un amor insaciable y tremendo.
El amor de las tías: una experiencia escalofriante.
Los besos de las tías: una viscosa prueba del más allá.
El abrazo de las tías: huesudo y fofo.
El abrazo de las tías: el abrazo feroz
de quien se aferra a la vida incluso después de la vida:
un cariño que se tensa hasta el rigor mortis: sus brazos muertos
ya no te soltarán…
Rosas en un florero de cristal: marchitas
pero voraces: plantas resucitando carnívoras: flores zombis.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Búsquedas

Manos pudorosas auscultan,
hallan,
sostienen sin miramientos
palmos íntimos que no las esperan
y reforman las intensidades.

Continúan sin vacilar,

una cita de insospechada calidez,
entusiasta y firme búsqueda de todos tus cóncavos.

Así, manos y rescoldos se encuentran e invitan:

unos labios abiertos que reciben la promesa,
bajo una luz mortesina y a las huellas de un rojo tentación,
uno amamanta y otro se alimenta.


Radio pasillo

Radio pasillo lleva por bocas y oídos
una mentira inpalpable:
el frío se trasmina por los huesos
y la escarcha, en mi ventana, es posible.

En esta calle no veo azules,

salvo el de una que otra puerta pintarrajeada,
tampoco hay dunas de níveos cristales,
aunque las esfumen sobre arbolillos de plastico.

El más viejo de los climas,

en el defectuoso turistea,
un sol quemante le coquetea
y por ratos también lo besuquea.

Ejercicio de reescritura (parafraseo)


"Espergesia"
          César Vallejo

Dios procastinó


Vine al mundo un día

que Dios procastinó.

Harta de la faena de los 7 días,

de soslayo al mísero lamebotas
le recrimino aireado:
quienquiera que duerma y beba
sabe que ando por la vida,
y que nada de buena tengo
y menos conocen los rescoldos
de mis más fríos meses,
pues vine al mundo un día
que Dios procastinó.

Hay una ausencia en mi alma,

que algunos logran sentir:
el secuestro de una voz
que quiso decir con ardor y calló:
vine al mundo un día
que Dios procastinó.

A mi igual le diré: préstame tus oídos,

que no se largue sin guardar los viejos tiempos,
pues al mundo vine un día
que Dios procastinó.