Con el ocaso coloreando mi mejilla
en mis ojos la tarde se disuelve
y mientras mis dedos se calcinan con el sol
un extraño prodigio me cuece.
El alba de tus cariños
tras la cortina de la nostalgia de las noches de recuerdos,
del desearte y no tenerte
de retenerte pese a la distancia
sonreírle a tu cachete...
todo eso, corazón,
en algo indecible se asemejan
a los mimos de otras manos, otros tiempos, otra yo.
Sin embargo este ahora,
este verano de cálidos humedales
cementos anegados
albercas espontáneas
cascadas subterráneas,
me regala el comienzo de otro día, otro amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario