viernes, 12 de septiembre de 2014

Guardiana nocturna

Venía cavilando al hospital que es fácil sentirse sola cuando los problemas se suman al anterior y parecen no dar tregua.

Han sido semanas muy severas en actividad, estrés y desconcierto. Ver de lunes a domingo a mi padre, entubado, comiendo y bebiendo mediante sonda e inconsciente en un 70%, ha sido la experiencia más impotente. No puedo hacer más que estar a su lado acariciándolo y observar la degradación de su salud.

Ayer conversaba con unos tíos que es lamentable que las historias se repitan: enfermedades severas que pudieron prevenirse si uno se quisiera realmente, dándose el tiempo para afrontar lo mullido de la confortable cotidianeidad.

Hoy, estoy en la sala de espera contando los minutos para hacer mi guardia nocturna.



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